La magia existe aunque no sepamos dónde.
Debemos buscarla con ahínco,
llamarla por su nombre a gritos,
poner fé dónde no la hay,
publicitarnos entre las nubes
como demandantes de su sinsentido.
Y ella, rauda y enternecida,
acudirá generosa
y formulará un hechizo de los buenos
- como en los cuentos de niños-.
Y de pronto
la ansiedad será vencida,
el insomnio será descanso,
la falta de ti torrenciales besos,
nuestro final será principio,
y lo mucho malo acumulado
será un almacén cerrado
de recuerdos caducados
y malditos.
José Andrés Pérez (Bétera, 2010)
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