viernes, 14 de octubre de 2011

Corcolilla Square.

Una grapadora industrial gigante invade la plaza abierta al paisaje.
Viene a fusilar contra el muro, los papeles que lleva la gente para que sean leídos por los fantasmas.
Un bar se sostiene gracias a unos palafitos a los que le falta una laguna.
Unas sombrillas se agitan al viento. Pero no somos abejorros gigantes.
Una ancianas se han convertido en diminutas - ¿o difuntas? - cuando las he enfocado con la Blackberry. Creo que antes ya eran diminutas.
Arriba, a través de una ventana sin cristales, vemos una timba.
- Fotos no ¡¡¡
Ahora entiendo la brusca reacción.

lunes, 3 de octubre de 2011

No sé lo que escribo.


Remiendo con voces, visiones, ruidos.
Con una navaja, colecciono espliego, romero, tomillo.
Pau le saca punta a un lapicero. ¿Es domingo?.
Una ducha caliente. Vapores saliendo del ombligo.
Desde la buhardilla huelo el perfume que te he traído.

¿Ya son las cuatro?

No sé lo que escribo.

Doy vueltas sobre mí mismo, como la peonza de un niño.
Desfalcos en los intestinos. Temblores en los tobillos.
Llenos de manos los bolsillos. Pantalones cortos, medio dormido en el camino.
No me caigo de milagro. ¿Me tiro?
No sé lo que escribo.
Tengo frío. Miedo. Es un fastidio.
Me duele el cuello. Se acaba el estío.
Lavo los cristales de mis gafas bajo el grifo.
Con jabón de las manos. Espuma blanca sin casi burbujas. Río sin brío.
El serón rebosa de trigo amarrado y prieto. No se mueve del sitio.
La bestia rebuzna, resopla, se espanta las moscas y los mosquitos.
Me lío un cigarro con tabaco caedizo.
No hay ninguna sombra que sirva de cobijo.

¿Ya son las cinco?
Pesan los párpados. Pesa el cráneo.
Pesa el domingo.

No sé lo que escribo.

Ni lo que vivo.