viernes, 22 de abril de 2011

Un futuro hermoso tu amor.

Mi vida un candado de nieve,
sin su llave de sol.
Mi alma en un camino sin retorno,
sin tu abrazo de calor.
Mi amor una idea negrera
que imagino con dolor.
Mi vida, una larga lágrima.
Mi alma, una temporada de lluvias.
Y un futuro hermoso,
tu amor.

jueves, 21 de abril de 2011

Pardo sudor.

Pardo sudor en el campo,
derramado por las frentes
que siembran el pan con los arados.

El mediodía arruga la piel picada
y que sabe a hiel. Sabe a hiel
por culpa de la escasez de ombligos.

En el camino no se ven las piedras
en las que tropiezan los campesinos.
A bordo de sus monturas,
beben de sus arroyos de vino.

Arriba, alcanzando la cima,
ascienden alados y lentos
mulos, asnos y caballos,
serpenteando entre los espinos.

Se hinca la reja en la tierra
y una línea de vida se escribe.
Delante de ella una caballo arreado
y una boca que gritando, gime.

En la Estación de Madera (iii)

Vagones detenidos de desvencijados techos,
sois un murmullo de colmenas viejas:
a la orden de una voz
- como ordena la rutina -,
a la orden de un reloj
- como ordena el reglamento -,
saldréis de vuestras tumbas estáticas
para romper mi diario adormecimiento.
Murmullo casi sordo, murmullo casi musical
que proclama unas cuantas mentiras.
Sois ahora, en pleno viaje,
lentos vagones en movimiento. Todo oscila.
Fuera de aquí, está el universo que pasa
vertical, velado, como un espectro.
Sois, vagones, un correr despacio y un andar deprisa,
cajas de resonancia de quejidos metálicos.
Acumuláis brisa, no viento.
Brotan minutos en los cristales aguados:
aparto la mirada del firmamento de gotas,
de las imágenes que se forman con ellas.
Callo. Detengo los pensamientos.
Escucho el murmullo - o melodía -
venido de la profundidad del día.
Venido de abajo, del rodar simultáneo
de una docena de ruedas.
Casi me quedo dormido. Casi sueño contigo.
Me apeo en la próxima parada,
apenas me queda espera.

domingo, 17 de abril de 2011

En la Estación de Madera (ii)

Hay silencio en el andén.

Ha enmudecido el hierro constreñido,
hecho formas moribundas y malheridas,
como aquella hierba seca tras la alambrada
o como aquel raído cartel.

Hay silencio en el andén.

Cae una lluvia fina, sin apenas agua.
Se adormecen gabardinas empapadas
sobre dos pobres bancos, en tropel.
En mis bolsillos llevo un papel
con las tareas anotadas.

Hay silencio en el andén.

El sol no mira, se ha cegado sin querer,
¡ha extraviado su monóculo de miel¡
Intermitente recorre el andén,
queriendo abrasar el cemento mojado,
ahora que no lo puede hacer.

Atraviesan la entrada arqueada,
figuras ensombrecidas una a una
dejándose la vez. Cuelga del dintel
una bombilla sucia con su esplendor ralo.
Llega a iluminar la puerta del excusado.
La enciende el jefe girando el mando
para achicar tinieblas, entre tanto anochecer.

Hay silencio en el andén.

Nada vive
y la madrugada acaba de nacer.

sábado, 16 de abril de 2011

En la Estación de Madera (i)

I

Tren verde que llega,
tren verde que va.
Sentado respiro este domingo en este banco,
esperando un tren verde que llega,
un tren verde que va.

Huye un sueño por los andenes
que el espacio y el tiempo
construyen a mi alrededor.

Huyó el sueño verde,
como aquel tren verde que se fue a algún lado:
respetando el horario.

Del tren verde que llega
se apea un hombre alto con un niño de su mano.
Los cables en lo alto cuelgan cóncavos,
proyectando una sombra que atraviesa sus cráneos.

Otro tren verde llega.
En ese tren verde me subiré
sin coger a nadie de la mano. No es extraño.
Solitarios, un sueño y yo compartimos este banco,
así como el resto del año.

II

Una novia azul
se ha unido al cortejo.
Azul y estirada
como una cinta de cielo veraniego.

(Se nubla su azul
cuando me fijo en ella)

Una novia azul
se ha unido al cortejo.
Junto a los verdes novios
del ayer, de ahora,
de luego.

Tras la ceremonia,
alguien alzó una pequeña bandera roja, sonó un silbato.
Y la azul novia, enganchada, se fue con su novio verde
rumbo a Catarroja. Espero.

miércoles, 13 de abril de 2011

ESPÍRITU DOS DE ABRIL

Prendimos fuego a nuestras almas
provocando una hecatombe.
De felicidad, pero hecatombe.
Una plantación de sonrisas vi brotar
en medio de un montón de gente;
de la mejor que uno puede encontrar,
abrazar, besar y con ella concernirse.
Exijo a los presentes que no se dejen
abandonar tras el paso de la corriente.
¡ Aquéllo no fue una riada ¡
¡ Fue el Amazonas que cambió de cauce ¡
¡ Decidió venirse a Bétera
para darnos a los de Cheste
agua suficiente para saciar
nuestra sed de querientes ¡
Yo, el viernes que viene no, el siguiente,
me reúno conmigo mismo
y con una cerveza espumeante,
para reandar el camino que antes
tuve que perderme. ¿Quién se viene?

lunes, 11 de abril de 2011

Ejercicio poético (i)

Una ilusión de fondeadero,
un cartucho en la cartuchera,
una garza en la albina era,
mi amor en un sucio madero.

En tempestades uso mi tiempo
evitando tu silueta rapaz.
Sobre mí tu mirada fugaz
auscultando lo que no entiendo.

Luceros tus ojos de estupor,
con luz y siempre bellos.
Voltean tus largos cabellos
entre lizas de puro amor.

Calla mi garganta en la mañana
al morir tu esplendor en la senda.
Quise verte rubí pero la contienda
tapó tu alma con calina insana.

domingo, 10 de abril de 2011

Busco

Busco.
Recorro las tierras del mundo buscando.
Rebuscando. Hurgando entre los interludios
y los meridianos. Un día tras otro,
sin la máscara puesta; me he acostumbrado.
Habitualmente asomado a los umbrales.
Busco: te lo reitero, te lo juro.
Una luz en la medianía que me oriente,
una luminaria cualquiera pero eficiente.
Busco entre los animales y la gente.
Lo hago constantemente. Conozco todos los caminos,
todas las riberas, todas las calzadas, todos los arrozales.
Un paso, luego otro. Imaginándote y estremeciéndome.
Mis huellas estampadas en la arena, se pierden
desquiciándome. Están mis pasos en el alquitrán también,
cubriendo las avenidas. Duermo una noche aquí
y la otra allá: como destino la brújula,
como único mapa mis saturados sentidos.
Y sigo buscando. Encuentro a un hombre fumando,
a un perro orinando, a un niño embarrado,
a alguien con la boca abierta comiendo.
Y todos me preguntan: ¿qué buscas, viajero?
Yo callo.
- No podemos ayudarte, viajero - dicen -
no sabes lo que buscas con tanto empeño.
Sigo callado. Están en lo cierto.
Mis huellas estampadas en la arena, se pierden
conmigo. Duermo y no me despierto:
la oportunidad de quedarme quieto
y abandonar este despropósito.
No estoy cuerdo y me desdigo.
Busco. Y todo vuelve al principio.

sábado, 9 de abril de 2011

Y cuando te encuentre no será lo que quiero

En el bosque de la alegría te busco sin descanso.
Tus huellas dejadas en la tierra las siento
como siento los latidos de mi corazón.
Fantaseo bajo las carrascas y los álamos:
te contemplo bella en el aire sustituyendo al paisaje.
Sigo por las sendas que se pierden entre los troncos.
Llego a mi destino pero no tengo tu aliento en mi cuello.

Todo es inútil.
Todo se ha vuelto completamente incierto.

No estás. No existes.

Nada encuentro a mi paso que me salve del manicomio.

Mis retinas exigen fotones gratos procedentes
de tu sonrisa resucitadora y de tus perlados dientes.
Mis labios demandan tus labios esponjados y calientes.

Antes todo era inmenso. Ahora todo es inmundo.

Me hundiría y me hundiría hasta tocar
con los talones el barro del infierno. Es lo único que prefiero.
Quiero llenar mis tripas con ese barro
si tú no caminas a mi lado.

En el bosque de las añoranzas te busco sin descanso.
Te busco y no te encuentro.
Y cuando te encuentre no será lo que quiero.

ESTOS SON MIS DÍAS

Estos son mis días.
Levantarse con el alba palpitando en el confín del mundo.
Cruzar el asfalto con peces de colores nadando a mi alrededor.
Malgastar las horas hablando, escuchando, escribiendo, leyendo.
Mecanografiando.
Callando de vez en cuando.
Soñando.

Estos son mis días.
Unas hojas de calendario que caen en otoño esperando el invierno.
Estoy seguro de que llegará el verano corriendo.

Estos son mis días.
Laberintos pensados por un retorcido arquitecto.
La nada.
Lo extraño y lo incausado simultaneándose en el minutero.
La soledad que se aferra a mí sin perder un momento.

Estos son mis días.
Una existencia que grita, que se duele de melancolía.
Veo como las cadenas se disuelven. Pero es una ilusión óptica.
Es un espejismo. Es irreal lo que presencio.
Los grilletes continúan firmes en su propósito.
Y la libertad,
como una locomotora rota y descarrilada,
no llega.

miércoles, 6 de abril de 2011

LA NOCHE FUE LARGA

La noche fue larga.
El nudo en la garganta.
Huyó el león de piedra rumbo a la atalaya.
Cayeron muertas las columnas grises, agotadas.
Por allí viene la libertad de sosiego coronada.
Ha venido presurosa para ganar en la batalla.

Se tornan dulces las horas. Se acorta la jornada.
El nudo se desata en la garganta.

Por ahí cerca han visto
a la nostalgia agonizar sola.
El pasado cayó asesinando
a la blanca paloma.

No volverá a volar.
Quiero pensar en ella. Me obligo a ello.
Me sincero con el cenicero.

Las noches continúan siendo largas.
Humo mortecino sale de mi garganta.

lunes, 4 de abril de 2011

EL NIÑITO ENLUTADO

I

El niñito enlutado escuchaba
el mar encerrado
en una concha marina.

En una concha marina,
el vacío olas fabricaba
y el mar componía con ellas
sinfonías, odas y liras.

II

La luna remontaba de nuevo
y las estrellas pálidas eran su compañía.
El niño enlutado, sentado en el suelo,
la vio salir aquel día.

Húmedos se tornaron los ojuelos
del niño enlutado.
Quiso verles en el cielo
y, por todos los lados,
solo vio huecos negros
Quiso ver y no vio sus caras,
ni sus manos ni sus miembros.

Solo habían huecos negros
en el cielo y sin nadie dentro.