viernes, 2 de noviembre de 2012

España.

España.

Antes te mostrabas
granada todo el tiempo.
Hoy, tras la avenida,
no te queda mañana.

España.

Espadas forjadas en estercoleros,
desfiles de cadáveres andantes,
solares ansiando cimientos.

España.

Alcantarillas de lujo para las ratas,
ceguera en los pies descalzos,
estadísticas que no entiendo.

España.

No caminas,
no vuelas,
no te libras de las sabandijas
ni de las arañas.

España.

Acción de la nada,
escuchas tardía y callas.

España.

No seas, no quieras,
no digas nada.
Todas las vidas están juntadas,
enjugadas en tus lágrimas.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Verdades ocultas

A Luis de Góngora y Argote


Verdades ocultas en la luna niña,
ingrávidas sensaciones y helor:
todo se me antojó una rapiña
cuando presumí ayer tu amor.

Te miro y un diestro desconsuelo
abruma mi dolido corazón.
Te miro y con esperanza anhelo
que el frío preludie la pasión.

Rodeado por el fulgor de la lumbre
en este aposento gris del dolor:
te has ido como de costumbre
quedándose mi miedo devorador.

De cielos se engalana tu torso,
de océanos se alimenta tu espuma:
me aferro de la muerte a su dorso
para pasar de ser resta a ser suma.

Danzarinas fustas de recuerdos
actuando en acibarados sueños:
no te beso, no te acaricio, y cuerdo
no me veo en este fútil empeño.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Paisaje (1)

Los molinos, a lo lejos, se abandonan al viento que vapulea sus aspas de leña.
Giran. Crepitan. Se quejan.
Las colinas resecas
maldicen el sol que arriba cuelga, bravío, incesante.
Las golondrinas, durante su negro volar,
ven toros dispersos que dormitan y el rabo mueven.
Las moscas van y vuelven. Los tábanos no se mueren.
Los campos entrigecidos frabrican olas en la superficie.
Los manatianles se quedarán marchitos si las nieves
no alfombran la sierra y después se derriten.
El pueblo nos enterrará a todos y a todas las generaciones. 
Las agotadas campañas llaman a misa. Es domingo y los trajes limpios salen:
de los armarios las chaquetas y las camisas, de los baúles los pantalones.
Escuchan sentados, con las manos prietas.
Se arrodillan algunos antes que consagre el sacerdote.
Todos rezan porque algo quieren.
A los minutos les cuesta recorrer los relojes.
A la salida, cuajan conversaciones.
Los cipreses del camposanto son altos:
están para ocultar la tapia que oculta las sepulturas
y, éstas, los cadáveres. En los balcones, los tiestos nos muestran sus flores.
Los perros en la plaza pelean. Las gallinas cacarean en los corrales.
Los gorriones esperan el final de la tarde sobre las tejas que sobresalen.
Las últimas mulas llegan acarreando los frutos de la huerta,
rumbo a las depensas y los manteles.

Se apagan los montes como una bombilla sin corriente.
Y todo se disuelve en la noche.
Ahora sale la luna.
Aparecen crepusculares calles, callejuelas y callejones.
Nada se escucha excepto los grillos y los ronquidos de los que duermen.

sábado, 21 de julio de 2012

Sólo un invierno ha venido.

Sólo un invierno.
Sólo uno he contado.
Sólo un invierno ha venido en todos estos años
propocionando metereologías que no asumo, que no entiendo.
Sólo un invierno ha venido y ha tapado el único adiós dicho
con una nieve ardiente, procedente de un averno seguro y acibarado.
Sólo un invierno ha venido para colmarnos de solapamientos,
de redundancias, de rutinas en las que guarecernos.

Todo se ha ido con este invierno que ha venido - sólo uno -,
sin dar oportunidad al socorro, de súbito, como un relámpago.
Mi persona se ha ido por el retrete literalmente,
engullida sin miramientos por el efecto coriolis
que conecta el sifón con las cloacas del ayuntamiento.
Aprendido el desamparo,
vivo el hecho sin considerarlo un quebranto
- aunque, después, cuente lo contrario -.

Todo lo que llegue a conocer,
todo lo que aprendí,
todo lo que supe de su existencia,
todo lo que pude adivinar,
todo lo que convenié con el destino;
todo se ha visto arrastrado hacia el sumidero
por esta riada de desconciertos.

Solo quedo paseando entre las casonas.
Con sus portales y corrales cerrados.
Las gallinas reinvindican a mi paso su pan mojado.
Con la lumbre en los hogares pendiente de encender,
con la yesca olvidada en los cajones, los pucheros abandonados.
Con el altar de la iglesia sin misal, sin sándalo,
sin sacristán a su costado, sin rosarios rezados.


Muere la última escarcha
víctima en el trigal
de un sol rojizo que, al perecer en los anticlinales,
la bombardea con rayos magros,
paralelos al suelo, escasos.

En el carril al andar, exhudo verdad
formándose gotas de cardos secos
que se aíslan como mercurio derramado.

Sale la luna justo expirando la jornada.
Y en su cabalgada,
traza sin trazar
una trayectoria de colisión que amago.

Mira:
es la luna llena
derramando claridad
sobre mi pelo de sarmientos.

martes, 26 de junio de 2012

Mirada.

La ventana abierta.
El viento entra
como visitante obligado que es
en la vieja casona
y en sus habitaciones muertas.

De la tarde,
es la hora tercera.

Fuera está la pradera,
verde, vasta,
por tímidas colinas abarrotada
hasta el horizonte. Hacia el este,
se adivinan aves que vuelan.

El sol declina
y la noche su andadura comienza.

Es la hora décimo novena.

Las alimañas
se bañan con la luz de la luna.
Se convierten las montañas
en tiznada hilera.

El frío llega.

Es la hora vígesimo cuarta.

Sé que los espartos flamean
como olas de secano,
aunque no los vea.

viernes, 18 de mayo de 2012

Hay días.

Hay días que no encuentro
la forma,
la manera,
la estrategia
que retenga las lágrimas dentro de la cochera.

Hay días que no encuentro
la forma,
la manera,
la estrategia
que haga que mi esternón no sea lugar para tanta escombrera.

Hay días que no encuentro
la forma,
la manera,
la estrategia
que fije la mirada en otro punto que no sea la mierda.

Hay días que no encuentro
la forma,
la manera,
la estrategia
que detenga el relato de mi vida en el arcén de la izquierda.

jueves, 22 de marzo de 2012

Trazo una línea (poema de adolescencia)

Trazo una línea
y escribo en su cabalgadura:
a partir de aquí
esparcirá el tiempo mi amargura.

Y hablaré después de los días pasados.
Relataré mi vida niña, encerrada
en aquel juego volátil y ovalado.

Me miraré en el espejo cascarillado
y contaré una a una
las arrugas aradas en mi cara,
levantando acta de lo acontecido.

Hablaré pues del pasado:
recordaré mi voz adolescente
y maldeciré aquellos ademanes
con los que quería parecer un hombre.

Me miraré en el charco llovido
que enturbia la silueta esquiva
que a mi rostro incluye.

Soñaré con días de primavera,
sobrantes de luz,
con potencial lluvia en las nubes,
casi grises, casi tristes.

Soñaré con esas mañanas al levantarme.
Y contemplaré al niño pretérito
transmutado en adolescente.
Dejaré escapar una sonrisa fugaz
y alzaré los brazos con alegría.

Respiraré el oxígeno de la esperanza,
pacientemente, vivo.

Miraré el mundo
a través de ventanas abiertas.

Daré gracias a los días vividos,
a los días que se presienten,
al futuro guerrillero y, con suerte,

triunfante.

Trazaré entonces una línea
y escribiré sobre su cabalgadura:
por aquí pasan a limpio los relojes
los planos de mi futura sepultura.

viernes, 16 de marzo de 2012

Este domingo presentación como poeta en 'Te doy mi palabra' de ONDA CERO #Quehayentiquetantohiela

Este domingo 18 de marzo, en el pograma de ONDA CERO 'Te doy mi palabra', dirigido y presentado por Isabel Gemio, tendrá lugar mi presentación como poeta al gran público radiofónico de España. Se emitirá una pequeña reseña biográfica de mi persona, se recitará un poema perteneciente a mi primer libro QUÉ HAY EN TI QUE TANTO HIELA y hablaré sobre lo qué es para mí la poesía. El citado espacio se emite entre las 8 y las 12 hrs., y no sé en que franja horaria me incluirán.
No os lo perdáis ¡¡¡

lunes, 27 de febrero de 2012

Sordera completa.

Sonrojada, me diste un beso con los párpados, una vez limpios de sombra de ojos.
No ¡
No fue con los párpados: me diste el beso con las pestañas, todavía con rimmel, muy estiradas.
Con esas pestañas que saben, que pueden batir al viento cuando tienen ganas.
Esas que baten al viento como las persianas de las casas de los ogros de los cuentos.
Aquella madrugada, tus pestañas batieron al viento que entraba a la plaza.
Con cada caricia ejecutada, batían al viento que entraba a saludarte:
yo de cuclillas, tú sentada en bancada blanca.

Cómo te quiero ¡

No hay un segundo de respiro.

No hay un segundo de sosiego.

No hay encierro en el mundo que me aísle de tu recuerdo.

Cómo te quiero ¡

No hay ardid, ilusión de bodevil, milagrero que me eche una mano
y me lleve - de una vez por todas - mar adentro, junto al firmamento,
a mil millas de tu sonrisa, junto a las olas quietas,
donde se anulan barlovento y sotavento.

Donde mi barca tenga asegurada la ausencia de movimiento.


Cómo te quiero ¡¡

Deseo adquirir una sordera completa para no tener que oír
a mi corazón gañir, sabiendo que nunca se dormirá con tu arrullo
en las noches de verano,
en las de invierno
y en las de entretiempo.


miércoles, 8 de febrero de 2012

LA DAMA DE LA JUSTICIA

Quisiera compartir con todos y todas una alegría que me dieron ayer: he resultado ganador del concurso para decidir el cartel de las Jornadas Profesionales 2012, convocado por el Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunitat Valenciana. La elección del ganador se ha hecho por votación abierta de los miembros del citado colegio.
Este es el cartel galardonado. Espero que os guste.


miércoles, 1 de febrero de 2012

Poema novelado.

Prólogo.

Trabajosamente, asumo la certeza certificada por mis dos homóplatos.
El destino es una placa tectónica hincándose en mi esternón, causando fallas, volcanes, 
tsunamis que se salen de los sismógrafos. Están hechas de rabia: esas olas se suceden
destruyendo acantilados, bajeles, dársenas, muelles. Gentes.
Muralla de espuma aterradora. Sólo es agua matadora, despótica, por la escasez de amor
desatada.

Comenzó la batalla.

A la infantería veo cavar trincheras donde no existían.
Ceba las piezas la artillería, preparándose para la ofensiva. Caen proyectiles
y los socavones pueden con los camiones y se precipitan al suelo las mercancías.
Tropas masacradas. Banderas caídas. Suelos empapados de vida ida.

Nunca estuve en el Paraíso.

Con sudor, como Adán y Eva, me gano la existencia o la pena,
maldita sinonimia.
Ningún angel blandiendo un sable flamígero me expulsó.
Ninguna manzana comí, ninguna serpiente nubló el juicio
de ninguna mujer sacada de mi costado.
Harto, deambulando, osado, trato de escamotear
a la fatalidad cada día. Sin éxito. Siempre de soslayo. Estoy en la orilla a la espera
de la ballena que se tragó a Job de un bocado.

Dr. Joseph-Ignace Guillotin.

Desando caminos andados. Emergen prejuicios superados. Sustancias gaseosas cerco
con ambas manos, fruto de la ebullición de los institos primarios.
Mi columna sostenía una cabeza abandonada a su suerte, cercenada, que da tumbos por la explanada.
Pero mi Robespierre no viste calzas, ni lleva peluca, ni porta escarapela tricolor, ni habla en francés.
Con la mollera independizada pero encapuchada, todavía oigo la algarada.

Alejandría.

Escalo tus ojos sombríos asiéndome a sus pestañas suspendidas
como hojas dormidas de palmera. Ruge el dolor en boxes. No hay previsto un cambio de ruedas
en las próximas mil vueltas. ¿Así quién puede ganar la carrera?
No hay lumbre encendida en lo alto del Faro de Alejandría.
Me parece ver a Ulises maniatado al palo mayor. Se esconden
bien las sirenas bajo el casco, fuera del alcance de las saetas y de la picas.

Epílogo.

Mi vida es de atrezzo, falsa, de cartón piedra:
sólo me sirve para disimular mi desapego.
Y no es un ejercicio de regodeo:
es la constatación de un hecho.
Tan contrastado y cierto,
como la ley de la gravedad
o la indivisibilidad de algo entre cero.