A Luis de Góngora y Argote
Verdades ocultas en la luna niña,
ingrávidas sensaciones y helor:
todo se me antojó una rapiña
cuando presumí ayer tu amor.
Te miro y un diestro desconsuelo
abruma mi dolido corazón.
Te miro y con esperanza anhelo
que el frío preludie la pasión.
Rodeado por el fulgor de la lumbre
en este aposento gris del dolor:
te has ido como de costumbre
quedándose mi miedo devorador.
De cielos se engalana tu torso,
de océanos se alimenta tu espuma:
me aferro de la muerte a su dorso
para pasar de ser resta a ser suma.
Danzarinas fustas de recuerdos
actuando en acibarados sueños:
no te beso, no te acaricio, y cuerdo
no me veo en este fútil empeño.
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