miércoles, 15 de diciembre de 2010

TE ECHAN DE MENOS MIS MANOS

Te echan de menos mis manos,
abandonadas por tu tacto.

Yo y ellas,
te echamos de menos tanto
que hay lágrimas frescas en mi almohada
formando pequeños charcos.

No es justa esta vida mía,
diligente para mantener injusticias
y poco presurosa a la hora
de permitir las caricias
que debo repartir por tu cuerpo.

Creo que fabricas el aire que respiro
y, como cerca no te tengo,
me muero en medio del suplicio
que supone estar recogiendo
en sueños los desperdicios.

Me faltan el arrullo de tu mirada,
las yemas de tus dedos haciendo recorridos,
tus palabras excelentemente conversadas
mientras paseamos por bulevares expeditos.

Padezco en el centro,
tu ausencia completa y helada
haciendo de las suyas como si nada.
No sé cómo ni cuándo llenarla.
No sé por qué no se colma con tu espalda
desnuda y a mí juntada, piel con piel,
sin la bayoneta calada.

Te echan de menos mis brazos,
jornaleros en tu olivar blanco,
recogiendo esos luceros negros
madurados sobre tu torso holgado.

Te echan de menos mis manos
y mis huesos hasta el tuétano.

No sé si resistirán mis nervios y mis venas,
sin el acogimiento de tus piernas.

No sé si encontraré la senda,
una vez me pierda entre la niebla.
Lo digo pues el destino no espera a nadie:
me lo ha dicho él mismo, bajito al oído,
- esta misma noche -
mientras escribía medio adormilado
y alicaído, embebido por el letargo.

Mañana por la mañana te echaré de menos,
y también por la tarde.
Te extrañaré la siguiente jornada
y también la que viene.
Se repetirá este esquema recreador
de lo que me atormenta a desgana. Excelente:
me sentaré solo en el banco
a ver pasar la gente.

2 comentarios:

  1. Que bonita, enhorabuena.

    ResponderEliminar
  2. Muy buen poema Jose Andrés, no sabía que tenías un blog, te invito a que te pases por el mío LA PALABRA INVISIBLE cuando quieras.
    Un saludo

    ResponderEliminar