martes, 26 de julio de 2011

Retrato de un instante.

23 de julio de 2011, 17:35 de la tarde.

Max recostado sobre la cama.
Yo, tecleando y atento a la pantalla.
Una mosca entra por la ventana.
Se posa en la superficie blanca.
Oscila su cabeza escudriñando amenazas.
Con las patas traseras se acicala las alas.
Gotas de sudor sobre la frente y la cara.
En la radio dan las noticias de una matanza.
Unos niños vociferan en la plaza.
Un brisa caliente infla las sábanas.
Tengo sed, pero la pereza me quita las ganas
de bajar las escaleras para beber agua.
Los perros ladran por cualquier causa.
El silencio es un bien escaso en esta barriada
de viendas adosadas de clase media-alta.
Un cohe aparca encima de la acera.
Alguien descarga bolsas y se desparrama una huevera.
Alguien se caga en alguien y se agacha a recogerla.
Las chicharras advierten con su cantinela pesada:
la temperatura seguirá secando mi garganta;
puta pereza, que no me despega de esta butaca.
Toc, tic, toc. Las letras se juntan formando palabras.
Las palabras acabarán en un poema si tengo potra.
Me voy a la hamaca: por fin me ha liberado la galbana
y haré la siesta. Hasta otra.

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