lunes, 18 de octubre de 2010

RETALES (I)

1

Del fuego del corazón,
decisivo y quemador,
nacerá el calor de la calma,
descongelador de la desesperanza.

Tu presencia
ha sustituido
el órgano de mi corazón.

Si tú lates,
yo lato.

Bombeas la sangre
que circula por mis capilares,
manteniendo firme mi rumbo
frente a las fuertes corrientes
que quieren extraviarme.

2

La ilusión como emoción
alimenta mis pasos hoy,
directo hacia de la disolución de la locura,
de las mañanas oscuras,
de las noches de tortura,
de la ausencia de amor.

3

La magia existe
sin saber apenas de su residencia.
Debemos buscarla con ahínco.
Llamarla por su nombre a gritos.
Poner fé donde no la hay.
Publicitarnos entre las nubes
como sus buscadores irredentos.
Y ella,
fiel a su costumbre y
completamente enternecida,
acudirá generosa a nuestro encuentro
formulando un hechizo bueno.
Y de pronto,
la angustia será querencia,
el insomnio será descanso,
la soledad será especia,
el final será principio,
y los muchos inviernos coleccionados
serán un almacén vacío,
listo para ser llenado
con soleados estíos.

4

Si fuera nuestro último día juntos
lloraría hasta la deshidratación.
El viento esparcería las cenizas de mi cuerpo.
La vida perdería su sentido.
La niebla volvería a ocultar el camino.

No puedo imaginarlo:
demasiada tristeza
para tan menguado caparazón.

5

Repasé el firmamento esta mañana
y no encontré al sol.
Se ha ido a pretenderte,
pues la luna por ti abandonó
y se siente solo
a causa de su decisión.

6

Asesinaría a los duendes y a las hadas
que por un segundo dudaran
que en tu pecho no hay magia.

7

Nadie puede calibrar este amor que siento.
No existe en el mundo
cinta métrica que lo pueda abarcar,
e informar de la infinitud de su medida.

8

Desnudar quisiera
mi liberada alma por tu culpa,
para que comprobaras mis ganas despojadas
de púas y alambradas.

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