jueves, 28 de octubre de 2010

ME...

Me vienen a la memoria
tus manos creadoras de infinitos,
artesanas de roces,
sentidas por mis neuronas
como goces gigantescos.

Me impongo la obligación
de atarme a mi escritorio
cómo sea con una cuerda,
no sea que desencadene
colisiones en las carreteras,
con sus correspondientes muertos.

Me rozan los muslos
unas cerezas moras situadas
en la punta de tus pechos.
Quiero seguir el ritmo
de tu labios erizadores
de mis poros y mis pelos.
Y no lo logro, me desespero.
Me agotan las horas
que llevamos aquí dentro.

Me brotan con premura,
a la altura de la cintura,
nuevas razones para amarte
con la máxima profundidad
que permitan las cotas
de tu cuerpo.

Me propongo expandir el universo,
sobrepasar los límites del espacio
dictados por los expertos.
Me preguntas cómo
pienso hacerlo: promoviendo
tu alegría en exceso
y proyectándola hacia el cielo,
con un número de cañones suficientes
cargados con la pólvora de tus sueños.

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