domingo, 13 de junio de 2010

EPÍLOGO

Como irregular dispositivo me defino,
mediocre representador de trayectorias insolventes.
Lo irresoluto, irresponsable e irreverente me caracteriza;
lo irreal, ilusorio e incapaz también me representa a veces.
Una ironía irracional de lo que pude ser soy, nada más,
con resignación me lo digo.
Incurrí en falta e inculpé al oráculo
en un repentino arrebato inconsciente. Es verdad, lo admito.
¡ Increíble ¡ Me lo han recriminado mis inquisidores.
Un inconveniente insano, un incordio incorregible.
Que la razón me guíe - he pensado.
Pero subsiste mi inclinación a la interrogación
que supone la incógnita correspondiente.
La respuesta que dé resultará incompetente.

La realidad adquiere carta de naturaleza: es un vacío melodrama.

Sin hábil creador, sin memoria retenedora y contenedora,
sin mensajes que transmitir. Membranas protectoras busco,
no melodías para escuchar en tu regazo o palabras afectuosas.
De color totalmente apagado, primerizo tizón encumbrado,
el mundo percibido así, al fin y al cabo.
Defecto, dedo, deducción. Declives en el devenir del tiempo.
Vivo en un decorado sin decoro real,
sin decrecer la etiqueta,
sin obedecer al protocolo.
Me aplico la edad avanzada
hasta encontrarme tempranamente decrépito,
igual que los seres llegados a su última decadencia.
Decreto el decúbito de mi cuerpo fenecido,
decurrente respecto a la horizontalidad del suelo.
Dedico esta falange extendida a la deducción citada,
consecuencia de mi defecto por defender lo indefendible:
la defenestración, la inevitable decepción,
la cuadratura del círculo fantaseada e imposible,
la lógica cuajada durante la moderna historia del pensamiento
ordena y manda, todo el mundo lo sabe.

¡ Convencionalismo todo ¡ - grito.
¡Fruto de los interesados y las grandes motivaciones ¡
Un ajuste que se hace necesario pues una convergente solución te reclamo.
Con un par de palabras sera suficiente.
No hay prisas, que la cita dure lo que dure.
La conversión por si es lenta, difícil de resumirse.
Confusión, veo confusión. Sin control me hallo,
con riesgo de sufrir futuras contusiones puedo verme.
Convaleciente después tendría que esperarte.
Firmo el armisticio:
me dejaré convencer esta tarde,
por ella,
mi contrincante.

José Andrés Pérez Serrano

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