martes, 1 de junio de 2010

Y YO QUE PENSABA QUE NUESTRO ENEMIGO ERA EURASIA...

Por José Andrés Pérez Serrano

Escuchando y leyendo alguna de las últimas declaraciones perpetradas por miembros del gobierno español, con las que han tratado de justificar el recorte social, me he acordado de un concepto estructural de la novela 1984 de George Orwell: el doblepensar.

En pocas palabras, el doblepensar consiste en considerar conscientemente verdaderos tanto un argumento dado como su contrario, y supone un mecanismo psicólogico esencial para convertir la propaganda en motor dominante de la personalidad de la gente. Y la que mejor ha ejercitado el doblepensar es, sin duda, la vicepresidenta Salgado cuando ha hecho, voluntariamente suyo, el último informe de la calificadora Fitch para defender la bondad de la inminente reforma laboral (diría yo liberal), que se va a dictar por decreto. Una agencia calificadora que, hasta hace muy pocos días (diría yo horas), era definida por la Moncloa casi como el Anticristo anunciado en el Apocalipsis de San Juan.


No olvidemos que una de las almas que conforma la socialdemocracia moderna es leninista. Lenin militó en el Partido Obrero Socialdemocrata de Rusia y compartió postulados (y disputas) con Martov. Ambos pensaban que la militancia en un partido obrero exige disciplina en todos los órdenes: orgánico, ideológico y, como no, mental. Sentido de la disciplina que debía trasladarse a las masas, como parte esencial de la titánica tarea que implica ejercer de vanguardia de la clase trabajadora, ya sea por legitimidad revolucionaria o electoral.


Porque el problema radica en cómo disciplinar a las masas; no nos equivoquemos. Todos sabemos que el fundador de la patria soviética fue capaz, en meses, de pasar intelectual y políticamente del comunismo de guerra a la NEP (Nueva Política Económica en ruso), que no era otra cosa que sustituir el principio de la propiedad social de los medios de producción por un pacto con la pequeña y mediana burguesía, la eterna enemiga a batir. A partir de este giro copernicano, el pueblo dejó que quemar almacenes y ultramarinos para terminar pidiendo la vez en los almacenes y ultramarinos que todavía quedaban en pie.


Siguiendo los dados pasos de Lenin no sé cuantos años más tarde, la socialdemocracia latente y batiente de José Luis Rodríguez Zapatero, le ha empujado a pasar de encamarse con las centrales sindicales, a romper con ellas de la noche a la mañana poniéndole los cuernos de paso con los intereses globales del capital librecirculante y librepensante; representado por el FMI, Merkel, Sarkozy, Obama, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el sursum corda.


La economía española no se encuentra intervenida desde fuera. Se halla intervenida por el doblepensar que es propio del PSOE, que no sólo es capaz de cambiar sin solución de continuidad de coligados antagónicos; sino que, además, de no sentirse culpable por ello y, además, de demonizar a los que le criticamos por no practicar la valentía política con los poderosos.


Resulta que ahora nuestro enemigo es Asia Oriental. Y yo que pensaba que nuestro enemigo era Eurasia…

No importa: sigamos amando al Gran Hermano.

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