martes, 3 de mayo de 2011

Descalzos andan.

Descalzos andan
mis pies
sobre el barro embrujado,
las sombras alargadas
de la media tarde
son como cimitarras de sangre
atravesando remansos.

Las aguas que cayeron en la balsa
desde el lavadero
abandonaron la catarata somera hace rato,
mosquitos, dejar de fabricar esferas,
escuchad vosotros los lamentos
desde la carretera,
escuchad
las letanías pronunciadas
por mis huellas,
en los huecos grabados por los dedos
espuma y ácidos lentos
quedan estancados, y en ellos
aletean
cucharetas y escribanos,
noches lácteas, amagaros sin recelo,
contemplad los regueros sanguinolentos
desembocar en los agujeros del secano.

¡ Gritad gorriones y demás seres aéreos ¡
¡ O volar nítidos para que os vea ¡
Vuestras vocecitas de aves canijas
se escurren,
se dejan oír sin apenas volumen,
un silencio avasallador
a los machos en sus establos enfurece,
el relinchar simultáneo
calza mis pies recién labrados,
y dan vida al barro
y al agua podrida
que los descalzaron.

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