lunes, 2 de mayo de 2011

Mi yugo y mi espada.

Veo clara tu silueta neta y yaciente,
ese nulo proceder que es el llanto de este poeta,
cristales hondos en óvalos pardos,
guardianes de mi amargura fermentada,
miedo desnudo concentrado por pares,
centelleos verdes y hostiles,
tus ojos sobre el hule de la mesa,
erupciones de lavas y alcoholes,
roncos rumores procedentes de un mar árido,
reflejos en un espejo romo y sin marco.

La fecha de mi muerte tatuada en la piel,
femenina humedad en mis yemas,
muda y finada negrura, arrugas palpo
en las sábanas, mármol ausente en la escalera,
todo el silencio disponible anida en los tímpanos,
abismos y espirales, con los pantalones bajados
y temblando. En mi interior se retuercen
las olas viscosas del infierno,
tu olor,
tu foto,
tu frase postrera.
Tú, miedo mío,
eres mi yugo y mi espada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario