lunes, 2 de mayo de 2011

Ejercicio poético (ii)

Desliz brillante en la tarde
aguardando triste la espera:
eterna soledad austera
que en el corazón me arde.

Un fuego fatuo brota y nace
entre nuestros espíritus heridos,
en la noche dos perdidos
transitando por algún oscuro cauce.

Locuras que palpitan como estrellas
cuando por fin regreso:
hadas inmaculadas y bellas
que acogen entre infantiles besos.

Es el final de un dilatado sueño
y hay un paisaje amargo ante mí:
me siento sutil y pequeño
y mis palabras anhelan un fin.

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