viernes, 10 de junio de 2011

Desconvocado por el mundo.

He visto en el espejo esta mañana reflejada
la más soldada tristeza
delineando mi cara,
ocasionada
por los funestos azúcares
de los ayeres contigo vividos.

Igual,
la manera manida
de rescatar encuentros del olvido,
no es el método más propicio.

Ni de eso se ocuparme:
de mi cerebro,
tras el corazón tronchado
y el posterior desconcierto.

Enfurecido,
desarbolado,
vencido me siento por tu reciente
y voluntario destierro.
Casi desnudo me siento sobre tu desnudo cuerpo,
ausentado
desde ni me acuerdo.

Saltarines y andarines mis intestinos,
lanzados a sufrir los tengo.
Con mi voz increpo a la luna y a los planetas
por no saber traerme sueños indoloros,
protagonizados por los dos,
tu mano en mi mano,
entrelazados,
excelsos,
quiméricos,
de ventura trufados.
No muertos.

Ando difunto por las calzadas
que me toca transitar.
Refunfuñando,
resignado,
exhalando quejidos y bufidos
por el desistimiento.

Saboreé tu fulgor con las yemas de todos mis dedos,
huérfanas de tu tacto,
ahuecadas por tus senos.
Amasé una fortuna en caricias,
rellenas de almíbar y estipendios,
para luego dilapidarla con el paso de los meses
con mi inacción y mi duelo.
Desconvocado por el mundo,
maltrecho,
no me atreví a buscarte
por temor a encontrarte opaca.
Y hoy
ni siquiera pensarte puedo.

Me esposé con mi propio miedo,
siempre fiel, siempre hiel,
transformado a veces en pavor,
mil veces más fiel y más hielo.

Más y más te quiero,
y no se frena el apego de mi siamesa agonía.
Debido a lo alejada que te tengo
e imposiblemente retornada,
me temo lo peor.

1 comentario:

  1. gracias amigo... pero no pienso dejar que me toques el culo... me temo... no.

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