desgarrando entrañas a oscuras
y, al dejar mi alma a trozos,
traté de armarla luego con premura.
Claveles formando bóvedas granate,
bóvedas hospicianas de blanca pintura;
mis trozos bronceados con esmalte,
esmalte sacado de frutas maduras.
Glaciales sentidos de metal me avisaron:
golpeaban con la aldaba mi puerta.
La abrí; ella estaba cavando en mi huerta
regueras para encarrilar estragos.
Sentidos de cabezas parlantes,
cabezas azules cubiertas de moho.
¡ Mi ánima contrita motor avante,
avante en un travesía de escándalos ¡
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