martes, 15 de marzo de 2011

11 DE MARZO

(al pueblo japonés)

He sentido,
deshaciendo mis células y mis tejidos,
una ola gigante de sangre
abarrotada de cadáveres.

Quiero y no puedo situarme
en alguno de vuestros negros lugares,
desbordados por la muerte,
para acarrear el barro circundante
y llenar unos cuantos camiones.

Quiero y no puedo trabajar con vosotros
para construir situaciones que os aparten
de los contadores geiger. Nunca el infierno
estuvo tan cerca de la gente.

El eje de la Tierra dicen que se ha movido
a causa de una falla rota y canalla.
Pero yo digo que han sido vuestros corazones
latiendo unidos, que a Newton le han dicho:
en el álgebra de la gravedad hay un error;
la fuerza no depende de las masas
y de la distancia que las separa.
Depende de la esperanza multiplicada por el amor
surgido de las aguas retiradas,
infinitamente más potente
que cualquier destrucción.

De las caras sucias, de los hombros derrotados,
de las lágrimas medio derramadas, de los difuntos,
nacerá un nuevo mundo
para vuestros hijos,
para vuestros ancianos,
para vuestros perros,
para vuestros gatos.
¡ Lo estoy viendo
a pesar de los túmulos ¡

Millones de brazos, piernas y cerebros quedan
para salir de este entuerto, para gritar victoria
como solo lo hacéis vosotros: en formación,
con las manos arriba enguantadas
y una sonrisa en la expresión.

Quiero y puedo abrazaros a todos,
pueblo trabajador.
Quiero y puedo arrancar isótopos
de vuestro interior.
Quiero y puedo apretar mis ojos
como si fuera de Japón.

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