jueves, 24 de marzo de 2011

LUDWING

Embiste una nube en el ruedo atmosférico contra un toro etéreo
que no sé si es recio. Gotas procedentes de violines caen una a una
provocando resurrecciones, aluviones de añoranzas.
Vibra la primavera por mis altavoces
y me cosquillean las vísceras: ¿de dónde salen
estas gemas de aire que me penetran, a través de los tímpanos
y de las otras membranas? Ahora no oigo notas:
oigo una contienda entre milibares y borrascas.
Veo pastores en la montaña encharcada
de la tormenta huyendo, conduciendo ovejas mojadas y gachas.
Gigantes redondean el contorno con sus panzas.
Risotadas en los metales. Batutas en desbandada.
Flautas sustituyendo gorriones, violines haciendo magia.
Lágrimas queridas, necesitadas, segregadas con ansia.
Celeridad y flema en una misma hornada.
Cuerdas y timbales me regalan otra batalla contra los elementos.
Un andante y dos allegros: tres movimientos
para dejarte quieto, paralítico, eternamente enmudeciendo.
Si Dios existe, habla como tú escribes. Intimo con el universo íntegro
a base de sentir devastaciones. Y por cierto:
no hay adagios que valgan. La orquesta lo dicta, lo proclama:
la vida todo lo conquista y de todo se adueña. Nunca se amilana.
Todo es triunfo. Nada ni nadie engaña. Lo seremos todo sin esperar a cambio nada.
¡ Belleza máxima en los pentagramas ¡
Centenares de neuronas excitadas ordenando entremecimientos.
Pelos erizados recorriéndome entero, escalofríos a mansalva.
Ascensos, descensos, llanuras exaltadas.
Monto sobre melodías de colores encabritadas.
Vivo tantas veces como me frecuentan las corcheas que tan pronto escalan
como resbalan desde cumbres fantásticas.

No cabe más maestría en un semblante serio ni en una semblanza alemana.
No hay mejor culminación para cualquier intención humana.

Para que quiero los ojos si existen las orejas.

Me despierto y me voy a la cama.

(sinfonía nº 6 en F mayor, opus 68 "La Pastoral" de Ludwing van Beethoven)

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