Que me hayan mirado tus ojos ha sido
bálsamo de Fierebrás,
más incluso que bálsamo
azúcar para tomar.
Y tu cuerpo,
además de azúcar para tomar y gozar,
me sirve para escuchar
el oleaje del mar
que hay en tu respirar.
Nos encontramos
tras muchos años de transitar
y, sin más,
se vieron juntas nuestras almas
y no se quisieron separar.
Nombrada tras poco tiempo
primera magistratura de mi estado;
apenas un transcurrir enano
y ya lo significas todo.
Y ya nada me pena.
La palabra felicidad,
créeme,
se queda pequeña.
José A. Pérez (Bétera, 1999)
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