martes, 25 de mayo de 2010

NO QUEDAN ARRABALES

Acabada la libertad,
los penúltimos hombres se esconden,
hartos de bramar la verdad
que otros desoyen.

En el autobús de la letanía,
dejando su racimo de humo,
parten libros y librerías
que atrás dejaron los suyos.

Por allá el último se aleja
sin contratiempo,
rumbo al oriente final.

Y ni nada ni nadie
se queja ya.

No quedan arrabales
que liberar.

José Andrés Pérez Serrano

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