miércoles, 2 de febrero de 2011

HE VISTO AL PASAR CON EL COCHE, GAVIOTAS PARADAS BAJO UNA CABEZA DE FALLERA GIGANTE

Estábais antes un poco tediosas,
revoloteando buscando cosas brillantes
en el cerrado círculo obrado
para atrapar el estanque.

Luego habéis parado,
formando una línea de picos y patas aflautadas,
acabadas en tres dedos
cubiertos de escamas. Y los vehículos mirábais
dar vueltas a la cabeza de fallera gigante,
de color azul y dimensiones apabullantes.

Estáis ahora
serias y circunspectas, muy quietas,
reunidas sin hacer caso a vuestras pulsiones
de documentales. No tenéis hambre,
o eso se supone o se deduce o se infiere.

¿Qué hacéis tan alejadas del puerto,
y de los buques que de él salen y vienen?

No os equivoquéis, lectores:
saben muy bien lo que quieren.
Menudo espectáculo los coches y los camiones,
exhalando humos, calor y notas musicales,
girando veloces alrededor de una cabeza gigante
tratando de llegar a demasiadas partes.

Demasiada gente respira el mismo aire,
el que os rodea cuando voláis
aprovechando las corrientes. Demasiada gente
andando sobre sus pies
o circulando veloces sobre motores.

(Qué reflexiones a esta hora de tarde).

Vosotras no sabéis dudar,
o eso nos dicen los que saben.
Qué dichosa suerte ¡
Cuando queréis volar lo hacéis,
y cuando quereis parar no se lo decís a nadie:
simplemente, os detenéis en el dintel,
os sacáis pulgas de entre las plumas interiores,
y veis el ballet irremediable interpretado
por formas cuadras y colores industriales
dando vueltas a la cabeza gigante
inspirada en la Dama de Elche;
pues me dicen que no es una cabeza de fallera
ni nada que se le parece.

Haberlo dicho antes ¡

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