lunes, 28 de febrero de 2011

ESO SOY

Dos huellas a un tiempo,
un nombre escrito
sin tinta, un soplo inaudible
de viento: todo eso soy.

Una chaqueta desvaída
me pongo cuando paseo.
Manos para hacer poesía
poseo y, de improviso,
buscan un lapicero,
cogen un papel del suelo,
y, sin quererlo,
escriben versos
mal alineados
trazados con grafito negro.

Un poeta soy
en busca de la alegría,
que sube las escaleras
rumbo a su piso
en un tercero.

Eso soy:
un arco sin saeta,
con el cordel suelto
pues matar no quiero.

Eso soy:
una mirada fija
en los desconchados del techo,
figura sin sombra
en un lugar estrecho,
sin sitio para derrumbarse
en caso de tropiezo.

Eso soy:
acumulación de sangre
derretida, pozal a rebosar
de desgracias consentidas.
Soy la corona perdida
por algún rey muerto.

Eso soy:
un encefalograma
de dolor puro, un esqueleto
cosechando desamor,
uno oidos escuchando
esa canción
donde la oigo y la veo,
donde su estela arde
más allá de todo honor,
de todo orgullo,
de todo resquemor.

Bajo mis pies
quiero al esclavo.
Recolectar mies quiero
todos los días del año.

Deseo al trueno vencido,
triunfando mi biografía,
el demonio vuelto del revés,
patas abajo,
como un cangrejo doblegado.

Un pensamiento de Dios
quiero ser,
y me lamento,
y me condeno,
y me miento
al fingir un falso don
que no tengo.

Cambio mi color
como el impasible camaleón.
Y mi burla
se viste de verdad
y mi verdad
se desviste de estructura.

Saciedad quiero.
Quiero estar saciado
de brutal rebeldía:
lucho derrotado
de antemano, indefenso,
y con un puñal blando
que a nadie hiere.

Caigo de costado,
mutilado y derrotado.
Como perro apaleado
huyo maldiciendo a mis pies,
veloces para huir,
remolones para combatir.
Hasta mis armas retroceden
paralelas a mis huestes.
Y, como no podía ser menos,
tus agudas armas
de nuevo me hieren.

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